jueves, 12 de noviembre de 2009


LIBRO DE OBRAS

I.- TRES POEMAS MACABROS 
(2005)


SOMBRAS ELÉCTRICAS


EL BAUTIZO DE LOS VOLTIOS

Nunca olvidaré mi primera vez, el don de la corriente, el bautizo de los voltios. El florero de vidrio con flores sobre la mesa ocultando el enchufe del televisor en la muralla. No recuerdo si jugaba fútbol o si imitaba algún mono de la tele, el punto es: voló florero y flores por los aires y con ellas el agua turbia que les servía de alimento. En el aire se trenzó la magnética cadena entre el enchufe, el agua y mi mano. La energía latigó todos mis huesos, el poder recorrió mis miembros y con un grito me arrojó sobre la alfombra. Había nacido de nuevo, entre vidrios rotos y destrozadas flores: era un hombre eléctrico.



ELECTRA PRISIONERA

De muchacho fui díscolo y confuso, mateo y porro: como adolescente adolecí de todo. De la escuela diurna para niños pasé tempranamente al liceo nocturno para réprobos adultos. De noche, los patios y pabellones tenían un rostro aún más carcelario. Un perpetuo invierno eran las clases bajo la triste luz fluorescente. Peor era el verano: los ocasos de oro brillaban fuera sin reflejarse nunca en las pizarras negras. En los recreos huía entonces del falso día que enajenaba así mis noches. Una de ellas escribí este hosco verso: ’Quién eres, oh divina Electra prisionera’.



SOMBRAS ELÉCTRICAS

El fantástico Leviatán que respira tras estas ampolletas, tantas como estrellas, tras estas mismas letras sobre una pantalla iluminada (puras sombras eléctricas) y al cual pocos en realidad sospechan, ayer apenas perturbaba las conciencias y aún hoy es el limes entre Roma y la barbarie, pero en la metrópolis ultraencendida paradójicamente tiende a apagarse bajo la cifra de una deuda y un mero trámite.
Y sin embargo a mí me intriga la luz eléctrica más que el fuego a un hombre cavernario. Y jamás terminaré de comprender cómo, con qué clase de cálculos cabalísticos, hechizos mecánicos y conjuros algebráicos, el resplandor fulgíneo del fiero Thor y del padre Zeus circula tan manso y servil por los minúsculos caminos de un circuito, condenado a cables y a más cables, crucificado y explotado hasta el infinito.




ALWENWARIA


NGENLEWFÜ

Los antiguos sabían que los ríos son hijos del Océano, hogar de ninfas, náyades y espíritus neptúnicos y que es prudente por parte de los mortales venerar a númenes tan comprometidos en su supervivencia, ofrendando regularmente en sacrificio a sus santas aguas, flores, frutos y víctimas de hecatombe. En contraste, hoy el río es inerte cauce del recurso renovable, contaminado, desviado y manipulado con tanta falta de respeto como exceso de imprudencia. A nadie entonces debiera sorprender cuando el ofendido dios Mapocho (el ngenlewfü: fluvi dominus) rompe sus cadenas y furioso cobra la vida de algún obrero o de un borracho.



SCHUMANN Y EL CHINCOL

Para el Dante.
Una fantasía de Schumann ejecutada en Chile suena a través de la radio: en ella se escucha lejano pero nítido el insistente estribillo de un invisible chincol. ¿Canta aquí, ahora, afuera, sobre los árboles del patio de la casa de La Reina o se ha colado en el estudio de grabación? Quizás el concierto fue en un parque y el ave ha acudido como auditor fanático que corea los pasajes de su predilección o como músico frenético que responde con su instrumento desde el asiento a las provocaciones de la orquesta. Luego ha enmudecido. Quizás lo han ahuyentado o el pequeño cantor ha desistido, caprichoso como tenor. Antes en esta casa había un piano y un pianista. El piano se encontraba justo aquí donde yo escribo ahora. El pianista ensayaba un Bach y un Beethoven por las mañanas, muchas veces luego de vinosos desvelos: se empecinaban siempre todas estas bestezuelas aladas en aunar sus agudas voces, en mapudungun, a las del vibrante y ronco teclado, auf deutsch.



ALWENWARIA

Toda urbe dibuja el mandala primordial trazado en el origen. Ur, Babel, Roma, son todo Washington y cada Santiago. Todas son la misma, única, gran ciudad por antonomasia. Yantras herméticos y tramas mágicas que exorcizan el caos geográfico en articulado cosmos político. Para chinos y cristianos existe un modelo supremo: la ciudad celeste. El mapuche, a quien repugnó todo hacinamiento, tradujo: ‘karapillán’: ciudad de dioses; ‘alwenwaria’: ciudad de espectros. Con veinte expediciones en cuatro siglos, los hispanos encarnan un mito de la ciudad como ascesis trascendente: la búsqueda de la dorada Ciudad de Césares, invisible hasta el final de los tiempos.



FANTASMAGORÍAS


LA TIERRA DEVASTADA

Nos amamos pero negaste la consumación de nuestros más terrestres deseos: amas el cielo porque no puedes tocarlo. Yo veo una piedra muriendo de sed en un desierto. Por mi mente cruzan santos de siniestra catadura con mejillas hundidas y manos crispadas de tormentos. No se destila la miel, caen las abejas fulminadas por el humo, un ánfora con agua resbala y se destroza sobre el suelo. Tú me niegas tu boca, rehuyes mi cuerpo, desprecias la sacrosantidad de mi falo erecto. La tierra devastada expande su reino de cenizas sobre los campos donde antaño danzaban felices los muertos. La altiva ciudad de ebrios campesinos, sitiada por ejércitos de ángeles abstemios, sucumbe al hambre y a la sed de lo horrible eterno. La peste asola los huertos, los perros devoran sus excrementos. Y ya no hay quien siquiera escriba estos tontos versos.


DITIRAMBO

Meu amigo: traiga una diosa silente que cante con los pies y que con la boca baile. Traiga un brebaje espirituoso lleno de espíritus de las aguas y de hadas de los bosques. Tráigalo en la montura o en el estribo y si no encuentra a nadie vivo en casa, bien se bebe con los muertos en las calles. Y que llueva sobre nosotros el licor de la miel y de la uva el vino, en cuarenta diluvios de noventa días cada uno con sus noches. Bendigan los dioses la oficina del saber de los beodos. Bendigan los dioses esta empresa de disolución de sobriedades.



LOS AUGURIOS

No sólo los caprichosos astros en el cielo, esos locos cometas homicidas, no sólo las cálidas entrañas de la víctima sangrante sobre la piedra contienen como hueso la médula del destino, como araña los hilos de la tela.  A menudo, en esas profundas nimiedades que el culto idiota ignora, laten los númenes fatídicos, las potencias agoreras, de las nornas las corvas uñas, de las parcas las tijeras herrumbrosas, de las moiras la torva mirada, de la valkyria los horrísonos compases. Tan a menudo: en la hoja que a tu paso cae rendida, en el ave que extasiada en tu ventana canta, en la sugerencia de menú de la mesera, en los monosílabos del barman, en la forma en cómo sube la espuma en mi vaso de cerveza, en el sonido de ese vaso cuando se quiebra sobre un suelo ajedrezado, en la loca carrera del micrero, en el aleteo de las palomas espantadas por los saltos de un niño, en las arrugas de una anciana cuando come, en los aullidos de un invisible perro encadenado, en la línea que señala este libro al abrirlo por el medio, en las manchas que atesoran un pañuelo y una almohada o en las que construye la humedad sobre los muros de este cuarto, en las primeras palabras pronunciadas por el niño y en las últimas que recuerda el viejo. Y en tantas otras cosas, gestos, signos, y ecos cuyo inventario constituiría por sí mismo el augurio de un oráculo.





II.- ENSALMOS Y CONJUROS 
(2007)




CANTO A LO DEMONÍACO Y POR TRAVESURA




DE LOS ANDES HE SURGIDO

De los Andes he surgido
desde el valle de Aconcagua
en sus campos y montañas
viejas sendas he seguido.
En el cielo los caminos
de las aves he observado
sus canciones he escuchado
de sus trinos he aprendido
que desde el suelo nativo
brotan los montes más altos.

Las selvas he recorrido
del lejano sur lluvioso
bajo el árbol más añoso
mis versos yo he recibido.
Y aunque a veces me he perdido
al final siempre he encontrado
la senda que otros marcaron
con sus pasos y su voz:
yo doy gracias a mi dios
por nuestros antepasados.

En el mar de mi destino
naufragué con la tormenta
el abismo no amedrenta
mi corazón de marino.
Así tejieron mi sino
las parcas del nacimiento
dieron ellas los cimientos
y yo construí mi suerte:
yo ya no temo a la muerte
tal es mi futuro cierto.

Soy un don nadie letrado
tal dispusieron mis padres
que por herencia y linaje
fuese yo un pobre ilustrado.
Con libros me adoctrinaron
me dieron mi educación
mas ni abogado o doctor
consiguieron que yo fuera
porque nací siendo poeta:
el canto es mi vocación.

Quien con su corazón canta
empuña lanza y escudo
en lo claro y en lo oscuro
todos sus males espanta.
En la desgracia se aguanta
le pone el hombro sereno
en el fuego y en el hielo
mantiene el trote tranquilo
no se aparta del camino
siguiendo la luz del cielo.

Al fin, cuando ya mi voz
en el silencio se pierda
y bajo la noble tierra
descanse mi corazón
aún sonará su canción
en los campos y en los cerros
y en las aguas del estero
los niños la beberán
pues nunca se acabarán
los cantores de lo eterno.



VENDEN INFIERNO POR CIELO

Las iglesias y el Estado
roban a su propio pueblo
en grandes supermercados
venden infierno por cielo.

Señores y señoritas
hoy no vengo a celebrar
mi deber es denunciar
el mal que nos perjudica.
Nuestra existencia peligra
pues nos hemos olvidado
de que este suelo es sagrado
y debemos respetarle
digo yo son los culpables
las iglesias y el Estado.

Los gobiernos han robado
hasta el agua que bebemos
y a los bancos les debemos
el aire que respiramos.
Estos sonrientes tiranos
son siervos del extranjero
y son dueños del dinero
que tu trabajo origina
sin salir de su oficina
roban a su propio pueblo.

La piedad de los chilenos
los curas excomulgaran
a Cristo crucificaran
en sus templos tan modernos.
Ya no más bailes ni versos
los santos muy consternados
al demonio han escuchado
en inglés diciendo misa
vende cruces con gran prisa
en grandes supermercados.

Estamos tan endeudados
que nada nos pertenece
ni el alma nos obedece
ya la hemos hipotecado.
Frente a la tele sentados
olvidamos nuestros sueños
mientras nos roban el suelo
los mismos que en las noticias
con ofertas y sonrisas
venden infierno por cielo.

Al fin, pregunto: chilenos
si somos gente decente
honorables y valientes
¿por qué no nos defendemos
de estos jotes carroñeros
y el hocico les tapamos
del cogote los colgamos
en las plazas y avenidas
pa’ que cuenten sus mentiras
en el patio’e los callados?



JESÚS BAILA REGUETÓN

Viva globalización
el paraíso en la tierra
acaban todas las guerras
Jesús baila reguetón.

Todos los medios del mundo
anuncian con titulares
que la mañana del martes
en un prestigioso fundo
un arcángel rubicundo
soplando en su trompetón
le anunció a la población
que por fin ya llegó la hora
gritando sin más demora:
viva globalización.

En la Roma el Padre Santo
después de una gran misa
en su mansión organiza
un descomunal curanto.
Nunca se han vistos tantos
reyes a la misma mesa
en tamaña borrachera
declarando extasiados:
por fin hemos instaurado
el paraíso en la tierra.

En las grandes capitales
juntos moros y cristianos
besándose como hermanos
declaran somos iguales.
Los fieros homosexuales
en el ejército ingresan
y con las armas se adiestran
pa’ cuidar la paz mundial
y en menos de un parpadear
acaban todas las guerras.

Ya comienza la nueva era
que los jipis anunciaron
cuando algún chascón volado
de su volada volviera
y a sus amigos dijera
viendo la televisión:
tengo una revelación
todos los santos son gringos
y en la misa del domingo
Jesús baila reguetón.

Al fin, declaran los diarios
ya se terminó la historia
pero no la coca cola
y en los dólares confiamos.
Mañana no trabajamos
ya no hay nada que contar
queda puro celebrar
que durmiendo sin tropiezo
se vuelven sabios los lesos
y se multiplica el pan.





LA DANZA TERRIBLE


CUECA ÓRFICA

Por tu cabello suspiro
por tus ojos yo me muero
por tus ojos yo me muero
y por tu amor yo me tiro
de cabeza hasta el infierno
por tu cabello suspiro.

Yo voy hasta el infierno
mi rucia, por ser tu amado
no temo a los tormentos
mi rucia, si es a tu lado
yo voy hasta el infierno
mi rucia, por ser tu amado
si es a tu lado, sí
mi rucia, porque en tus besos
al fin yo he encontrado
mi rucia, mi propio cielo.

Cierto, porque en tus labios
mi rucia, mi silabario.



CUECA POR LA MUERTE DEL DICTADOR

Don Augus, don Augusto ya se ha muerto
sus milí, sus milicos lo lloraron
sus milí, sus milicos lo lloraron
y en las ca, y en las calles muy contentos
los rotí, los rotitos celebraron
don Augus, don Augusto ya se ha muerto.


Ya se murió Pinocho
carambá, celebra el pueblo
y después del velorio
allá vá, va pa’l infierno
ya se murió Pinocho
carambá, celebra el pueblo
va pa’l infierno, ay sí
allá vá, dice el demonio
llévenselo pa’l cielo
carambá, que es un estorbo.

Yo tampoco lo quiero
alla vá, dice San Pedro.



LOS PIES DE LA MARINERA

Las hermosas marineras
en sus veloces veleros
en sus veloces veleros
danzan con sus pies de greda
en los mares y en los puertos
las hermosas marineras.

Danza la marinera
mi vida, con tu pañuelo
se despliegan las velas
mi niña, soplan los vientos
danza la marinera
mi vida, con tu pañuelo
soplan los vientos, sí
mi niña, con zapateo
mujer libre navegas
mi vida, en el mar abierto.

Son tus pies marinera
mi niña, flor de la tierra.



CUECA DEL PADRE

Cacha que ni ve ni escucha
Cacha que ya nada siente
Cacha que ya nada siente
La cabeza le aserruchan
Los demonios con los dientes
Cacha que ni ve ni escucha.

Cacha cómo delira
El hombre solo
Por sus propias mentiras
Se vuelve loco
Cacha cómo delira
El hombre solo
Se vuelve loco, ay no
Y lo hacen tira
Los feroces demonios
En la cocina.

El pulento ingeniero
Muere julero.



CUECA DE LA MADRE

Cacha la manzana vieja
La culebra envenenada
La culebra envenenada
La tele la puso añeja
Y las lucas amargada
Cacha la manzana vieja.

Duérmete vieja cuica
Táte callada
Mete en la bacinica
Tu boca rancia
Duérmete vieja cuica
Táte callada
Tu boca rancia, ay no
Y si te pica
Cómete la ganancia
Ya no erís rica.

La bruja interesada
Muere quemada.



CUECA DE LA HIJA

Cacha la niña abismada
De nostalgia adolescente
De nostalgia adolescente
Por el diablo espirituada
De la tragedia inconciente
Cacha la niña abismada.

Despiértese mi niña
Despierte mi sol
Conquiste nueva vida
Rompa el cascarón
Despiértese mi niña
Despierte mi sol
Rompa el cascarón, ay sí
Enfurecida
Rompe el ave su prisión
Inmerecida.

La niña que despierta
No sueña muerta.




SONETOS DE FUROR Y SOLEDADES


PROEMIO

No sólo tú, la niña más mimada
de todos mis pensamientos y versos
no tan sólo tú acudas a mi almohada
a prodigarme caricias y besos.

Tú que alzas y destruyes con tu lira
los reinos de la pluma y de la espada
que tienes un altar en cada pira
que cantas con furor endemoniada.

No tan sólo tú acudas a mi lecho
esta noche: con todas tus hermanas
danzaré y cantaré hasta que del pecho
me brote el corazón, musa inhumana:

mi sangre libarás sobre las tablas
que a tu mandato los difuntos hablan.



EL RETORNO

Me enseñarán sus renacidas letras
los viejos libros con furor quemados
y que fueron del fuego rescatados
por rústicas piedades de poeta.

Entonces leeré por vez primera
las hojas del gran árbol derribado
con infamia por necios ilustrados
sin más luz que razones de tiniebla.

Pues de esos huesos traicionados brotan
con inaudita fuerza las canciones
que nuestro siglo horrible dio por rotas

y de la lengua manan oraciones
fecundos rayos que en la tierra explotan:
retornarán así los viejos dones.



AMOR FATI

Yo sé que volverán aquellos vientos
que cada otoño surgen desde el norte
una vez más, a oscurecer mis noches
con la canción de su feroz estruendo.

Rugirán mi dolor y mi tormento
y me desgarrarán con roncas voces
hasta que en el abismo de los montes
no haya bebido yo todo mi infierno.

Mis ojos no verán otra mañana
mi cuerpo no tendrá ningún abrigo
y mi alma vagará desconsolada
hasta que no recorra tal camino:

¡vuela veloz, entonces, malhadada
tempestad que atormentas mi destino!



TEATRO ALQUÍMICO

Es más dura la vida que la piedra
canta desde las sombras el minero
no hay quien conozca todos los secretos
que esconden las entrañas de la tierra.

Mas a quien los infiernos no amedrentan
sabe encontrar tesoros verdaderos
en los volcanes de su propio pecho
y sacar a la luz sus nobles gemas.

Arde en mi corazón, fuego brillante
que todo lo transformas con tus llamas:
haz de mi vil carbón duros diamantes.

Que esta humana pasión que ahora me daña
se transmute en amor tan deslumbrante
que disipe las sombras de mi dama.



MINNESÄNGERLIED

Bramando están los vientos del destino
en torno a mi cabeza atormentada
que así fue por los dioses coronada
con ramas de laurel y blanco espino.

Parado en la tormenta canto altivo
los versos inspirados por mi dama
a la fatalidad opongo espada
pues de un furioso amor soy poseído.

Haré retroceder a los demonios
que traman en la sombra nuestra ruina
con los cantos de amor más luminosos.

Mi valor a la suerte hará propicia:
volaremos con vientos venturosos
a la luz de la estrella matutina.



VICTIS HONOR

No bailes, bella musa de la historia
sobre viejos sepulcros la ebria danza
que bailaron la muerte y la venganza
sobre el ara feliz de la memoria.

Pues si así tú persigues a quien odias
es a tu propio pecho a quien alcanzas
con el ciego furor de cruentas lanzas
con amargas espinas te coronas.

Honra a tus muertos con bellas ofrendas
dulce miel, blanca leche y rojo vino:
no los mate otra vez la sed horrenda.

No con la sangre de tus enemigos
pretendas remediar sus viejas penas
pues sólo tu merced les dará alivio.



ORFEO EN DEYO

En torno del pilar del sacrificio
danzan ya las bacantes inconcientes
como en torno del árbol la serpiente
danzaba sobre el fruto más propicio.

Duros son para el vate los oficios
de su divinidad, pues él consiente
en ser la leña que el fuego atormente
al cargar sobre sí tus maleficios.

Ya la divina cólera descarga
sobre las cumbres sus temibles rayos:
la dulcísima miel se vuelve amarga.

Se desbocan indómitos caballos
sobre mi carne, las noches se alargan:
no acallará mi canto este desmayo.



EN EL ABISMO

Las siniestras serpientes de los mares
se agitan erizando sus cabellos
surgen desde el abismo los altares
de Neptuno con tétricos destellos.

Las huestes de demonios blasfemando
contra el dios de los cielos y la tierra
me escupen, mas yo sigo navegando
ciego y sordo al rumor de la vil guerra.

Amarrado al timón por las cadenas
con las que tu traición me ha sujetado
ya no me importan más mis putas penas
sólo me importa no morir ahogado.

Ya me muerde la espada en la cintura:
encararé a la muerte con locura.



A UN ÁNGEL

Te reconozco, amigo silencioso
de tantas alegrías de mi infancia
dueño de los juguetes más preciosos
que calmaron con sus risas mis ansias.

Esta noche apareces de visita
como cada noche, mas hoy lo advierto
en el eco de mi pensar habitas
con un silencio cálido y abierto.

Te contemplo inclinando la cabeza
como un zorzal que asecha a los gusanos
tú persigues ocultas sutilezas
que reptan en el negro pecho humano.

Te doy la bienvenida, mensajero
de mi primer silencio y del postrero.



NO HA DE CESAR LA LUCHA

No ha de cesar la lucha que iniciaron
aquella noche fría nuestros fuegos
no cesará pues nunca derrotaron
al amor verdadero simples juegos.

No acabará la guerra que el origen
dio a luz en su abundancia divina
la edad dorada por hierro se rige
cuando el grano madura ya declina.

No termina el combate si se mueren
los guerreros en campos de derrota
aún en el sepulcro ellos se hieren
y de la tierra nuevamente brotan.

No acabo este soneto sometido
pues en la lucha aún no soy vencido.



...AUT FACIT VERSOS

Volveré a medir cada breve paso
como mide el camino cada piedra
y si mido estos versos por si acaso
¿no he de medir mis luces y tinieblas?

Pues si quise medir todo mi aliento
fue porque las prisiones me enseñaron
a contarle las sílabas al viento:
hallé la libertad que otros no hallaron.

Largo es el viaje tan breve es la vida
no pierdas, Odiseo, tu mesura
no extravíes el ritmo ni en la huída
más que furor exige tu aventura:

y si quiere la muerte silenciarte
hay un verso que no podrá quitarte.



EL ALTAR DE NUESTRAS SOLEDADES

Para el altar de nuestras soledades
tejemos esta túnica de novia
invocamos a dioses ancestrales
libamos el licor de la memoria.

El augurio en la lengua de las aves
Dictamos con ritmada ceremonia
Forjamos la sentencia del cadáver
Con los fragmentos de una espada rota.

Un árbol que navega por los mares
En busca de ciudades misteriosas:
Renacerán los héroes en sus lares
Los cielos y la tierra se desposan.

Nosotros, quiénes somos, flor del fuego
La cuna y el sepulcro: sólo un juego.




OTRAS ESTROFAS PATÉTICAS


SOMNILOQUIO DEL VIEJO  (versos alejandrinos)

Quién era ese hombre feroz que terrores sembraba
En pacíficas costas, por arado la espada
El aullido del lobo y el graznido del cuervo
El alegre asesino, el hereje y blasfemo.
El violador de iglesias, de huérfanos el padre
El guerrero furioso, insaciable de sangre
El ladrón de las vidas y bienes de los buenos
El demonio pagano surgido del infierno.
No recuerdo su rostro, he perdido su nombre
En mi memoria quedan sólo sombras del hombre
Que quizás yo mismo fui, antes de ser un muerto
Que sólo cuando duerme parece estar despierto.
Veo esa roja aurora de matanza y saqueo
Cuando el negro corazón me robaron del pecho
Y mis alas cortaron con amables tijeras
Pues sin ofrecer lucha, entregué mis banderas.
Sólo fueron los ojos, la mirada sin miedo
De una niña pequeña con cabellos al viento.
¿Fue la blanca inocencia quien transformó mi furia
Fue mi amor sólo un disfraz de mi feroz lujuria?
¿Dónde murió el pirata, el libre filibustero
Que nunca fue corsario de ningún vil imperio?
Aquello que él padeció fue dos veces su muerte
Pues con traición destruyó lo mejor de su suerte.
Primero fue en el altar con sagradas mentiras
Que la propia alma vendió con su pasión fingida.
Luego a la traición sumó pronto nuevos engaños
Así tejió su ruina, así su propio daño.



LA VENGANZA DE LA MUSA (octavas reales)

Muy mal provecho obtengas, tonto Apolo
Divo Febo mamón, del hueco fruto
De tus tristes mancebos, viejos lolos
Con cabezas sin cuerpo y de alma putos.
En tu santuario te has quedado solo
Tu moderno esplendor es sólo un luto.
Muy mal provecho obtengas de tu imperio:
Nunca descifrarás mi cruel misterio.

Mal haya con tus libros y teorías
Mal haya con tus yesos y razones
Tú mismo por el tedio morirías
Si por azar tuvieras pantalones
Tejiste tu mentira en contra mía
Te apropiaste de todas mis canciones:
Mal haya porque aún no has conocido
Los infiernos de donde yo he surgido.

Yo fui tu fiel esposa y tierna amante
La cuerda de tu lira y de tu boca
Toleré que tu nombre estuviese antes
Del mío, pues a ti es a quien invocan
Como patrón los sabios ignorantes.
Sin duda que el amor me volvió loca
Cuando yo acepté ser tu prisionera
Y ser segunda siendo la primera.

Mas el absurdo amor todo consiente
Con tal de verse siempre satisfecho
Acepta las mentiras más hirientes
Con tal de no mirar los crudos hechos.
Hasta que el corazón no le reviente
La mujer se desangra sin provecho
La luz de la mañana la despierta
Y entiende que recién estaba muerta.

Cuando de los infiernos resucita
Del amor a las cumbres de la furia
Es tu sangre lo que ella necesita
Para aplacar su indómita lujuria.
Pues si en medio del sueño a ella le quitas
Sus hijos, traicionero, con injurias
¿pretenderás que la infeliz leona
te de las gracias porque la traicionas?

Sal del closet entonces mi querido
Para ver como tramo la caída
De aquel que era mi poeta consentido
Y a quien tú transformaste en luz perdida
Fiel imagen de un mundo obscurecido.
Sal para ver tus torres destruidas
Escucharás mi canto y mis lamentos
Aunque rompa mi ritmo al instrumento.

No ha bastado tu escasa inteligencia
Masculina, no puedes poner coto
A mis bestias salvajes con violencia
Yo soy la eterna diosa del ignoto
Misterio de los árboles de ciencia
Mi honor has afrentado, yo hago votos
Para que las serpientes de mi lanza
Te den a probar mi dulce venganza.



LA LECTORA (copla de arte mayor)

Tú caminas por los viejos senderos
que se inician en las páginas de un libro
y que remontan el curso de los siglos
como a las aguas de un río los veleros.
Paso a paso, letra a letra, los secretos
que se esconden en las piedras de la senda
provocados por tu danza se despiertan:
florece la voz que canta en el desierto.
Mas tú tejes con tus pies nuevos misterios:
sólo un enigma desata un laberinto.
¿Quién descifra las canciones de los vientos
quién recuerda los disfraces del destino?
Tú naciste como estrella del camino
parida por las sombras del caminante
y si así tú me alumbras para que cante
yo escanciaré en tu copa mi verde vino.





III.- WINTER'S NIGHTMARES
(2008)

Al alba me despiertan temblores. Desde el umbral de mi casa contemplo la tormenta que oscurece al sol naciente. Rayos como dragones iluminan un mundo negro, mostrando el infierno abierto sobre nosotros: los volcanes de los Andes vomitan fuego sobre Santiago. Huyo del abismo de ceniza abierto a mis espaldas, trepando sobre los cadáveres de niños calcinados y recorro las calles de una ciudad extrañamente ya destruida y renovada: la selva valdiviana lo invade todo.



En una esquina, en una antigua mansión en ruinas, hogar de un poeta muerto, recorro los cuartos llenos de polvorientos objetos suntuarios, ascendiendo por rotas escaleras hasta el tercer piso, donde penetra la lluvia y crecen plantas sobre los muros. Vuelvo a descender, saltando: la casa se cimbra peligrosamente a cada paso, amenazando con derruirse. No sé qué placer perverso encuentro en ello.



Gatos caseros se vuelven feroces. Saltan sobre mí, se me adhieren con colmillos y garras, beben mi sangre con una sed antigua. Cuando consigo huir, dejando una estela roja, descubro en la debilidad de mis pasos que han devorado carne de mis piernas.



A los pies del monte más alto del mundo, al cual los oscuros compañeros de mi sueño llaman Aconcagua, encuentro una casa de piedra. Dentro, en un jardín exuberante, hay un pequeño templo de mármol. Allí, una diosa vestida de blanco, ornada de plata, me besa y me sienta junto a su lecho. Me muestra una roja luna de oro en el cielo. Yo derribo los muros de la casa para que todos puedan verla: la pobre gente huye espantada. La diosa ríe.



En una embarcación de mimbre, con otros aryas sudras, a través de cálidos mares, huyendo de isla en isla (venturosas ínsulas) eludiendo fieras flechas nativas. Y cada vez, salvados por un oportuno nadar, o bogar, a favor de las mareas y la corriente.



Un ancestro extinto me revela el secreto de mi linaje: un militar nazi que asesinó a la mitad judía de la familia. Sueño que la terrible visión de los crímenes me despierta. Ahora estoy en una sala cuadrada junto a una mesa circular y, sentados en torno, todos los parientes asesinados, de pronto redivivos, con instrumentos músicos en sus manos, ejecutan una triste melodía. Yo salto sobre la mesa: con una daga de plata bailo una danza de la muerte al ritmo de la música que acelera.



Asisto, una vez más, al espectáculo del fin. Una vez más, el cielo nocturno de la urbe se enciende por el temible despertar de volcanes, allí donde antes sólo habían montes, horizonte, mudo paisaje. Otra erupción, humana, la del furor inhumano, nos atemoriza: mutadas en zombies, monstruos antropófagos, las oscuras multitudes desolan en su carrera los caminos del fugitivo. Ni aún el oscuro templo, claro está, donde por algunos minutos logramos ocultarnos, nos evade de la catástrofe insoslayable: rocas ígneas destruyen sus blancas torres y muros. Arrojados a la vorágine de la destrucción, constatamos que no hay escape, salvación, ni remedio alguno. La resolución acontece inesperada: una mujer y un niño, transmutados, por raro azar evolutivo, en vampiros asesinos de los zombies, nos muerden, con piedad. Nuestras células, al ser infectadas, comprenden todo lo descrito. Hay felicidad en destruir aún lo destructivo.



Mi amiga Michelle conduce el taxi. Yo viajo en el asiento trasero. Descendemos de la cordillera. Atardece. Saco una pistola y me doy un tiro en la frente. Siento la bala que entra en mi cabeza, siento la sangre que empieza a correr sobre mi rostro. La conductora me pregunta qué hago. Yo respondo: "quiero ver si me muero". Pero no.



Un personaje, que quizás soy yo, y una bella mujer se aman: nos amamos. Entre bromas y besos entramos a un círculo de arena cercado por cuerdas. Desenvainamos sendas espadas y luchamos. Con un tajo profundo sobre su hombro siego su vida. Ella cae. Yo salgo del círculo. Sin lágrimas lloro mientras me alejo.





IV.- LA LENGUA DE LAS SELVAS
(Solsticio de Verano 2008)


1
Escribo en una lengua moribunda los rojos signos que la barbarie traza en mi corazón: al transcribirlos quizás traiciono lo esencial, lo invisible, lo inenarrable.
Pero al traicionarlo sigo un previsible guión: así lo quiere el destino imprevisible.
Vaticínanse a sí mismos los oráculos: vuelvo de mi tumba conjurado por tus ojos para cantar mis trabajos y tus prodigios.
Y al fin, la lengua de las selvas y la edad de oro nos son devueltas por las diosas, como en un sueño.


2
Sé que hay una isla que emerge del olvido sólo para volver a sumergirse bajo las aguas.
Sé que navego, no que vivo, en una barca frágil donde crecen selvas de manzanos.
Los nombres de los mares que he surcado, o el cuándo o dónde, son inciertos: mas, no miente la brújula de mi alma cuando señala y describe sus colores.
Así, sé que he soñado mi vida más despierto que aquél que pretendió no dormirla nunca.
Mi memoria primera son retazos de esa tela que he entrevisto con nitidez bajo mis párpados cerrados.
No comparte mi mesa ni degusta mi vino quien reniega de los cuentos y las hadas, aquellos que no escuchan el gentil lenguaje de las aves y las bestias.
Los árboles, cada uno de ellos, me susurran sus secretos por las tardes. Esto es lo que nosotros, los salvajes, llamamos vivir bajo la luz de las estrellas.


3
Entonces, yo vengo hasta tu cama saltando sobre los tejados de las casas.
Y partiendo del principio, te muestro mis tesoros con la esperanza loca de que en tus ojos encuentre yo las respuestas que no he sabido obtener de mis silencios.
Y es tanto el miedo al yerro que me atrevo a cantar aunque este nudo mudo es ciego.
Anda, dime tú, recoge el extraño fruto y destrúyelo con tus manos: para eso ha nacido.


4
Puedo decirle al oído de los vientos que tu sonrisa me preñó de estos versos y de un misterio que nunca jamás será resuelto.
Sé que hago leña verde de un joven árbol al invitar a la terrible eternidad a nuestra cena.
Tú sabrás perdonarme o quizás no querrás.


5
Suponiendo que alguna vez no hayas existido: aún no nacías cuando yo bailaba prendido de las faldas de la madre.
En ese tiempo yo no soñaba como ahora las sombras de mis afanes y mis días.
Sueños hay que no nacieron de uno: sólo volvieron al mundo en nuestro parto.
Así yo soñaba entonces con el somero verso de mi vida.


6
Yo era tú, entonces, en ese sueño; in illo tempore: érase una vez, la magna y bella pesadilla, the nightmare: la yegua de la noche, cabalgaba.
Tus cabellos, los míos, ondeando bajo las saladas aguas: blanco vestido, ojos grises.
NO sé por qué te recuerdo con esta memoria de mis genes: tal vez he madurado en el árbol y la muerte me prepara para su cosecha. Al fin, yo mastico las escamas de mi cola.


7
Todo relato es discontinuo, toda historia miente: la verdad se esconde temerosa gacela en un soto, el sátiro la cerca con su flauta, las bacantes la cazan con sus bromas.
Buenas falsas razones tuve para vestir la estulticia y la impotencia que los necios celebran en las plazas: el miedo generoso que me heredaron mis ancestros resufriendo el caldo de perro de los siglos.
Mas soy un deschavetado, un númen díscolo mediante: he de morir en la pitilla del Parnaso, fiel aunque no quiera, a la desnuda belleza de los círculos cuadrados del infierno.
Tú sabrás perdonar, aunque quizás no quieras, este divertimento, merecido homenaje a la tiniebla de las musas: muerte a los poetas, a los graves, al fementido Apolo, a la corona de laurel de las estatuas.
Pero no soy yo, sino tú, la esplendida excusa: ya sabré cargar con el peso de tal derroche.
Quizás no sepa: tal vez estos kilos de palabras me sumerjan.


8
Pero entonces tú, la que respiras en honduras inhumanas, la que tocas en mi sueño primigenio el fondo virgen de este océano latente.
Tú me guías, madera de la tierra que clama por el fuego de los cielos, en este laberinto que el ruido y el olvido coludieron en mi contra.
Guíame hasta el rojo templo de coral donde los blancos huesos de nuestros abuelos danzan dentro de cofres negros.
Guíame como entonces, como siempre, hasta el último círculo de los mares, esa planicie oscura donde brotan las tristes rosas del naufragio.


9
Aquí estamos nuevamente: yo soy tú.
Aquí está la hermosa casa encantada que antaño los huérfanos encontraron un ocaso en un bosque.
Aquí la bruja inveterada, la Norna de negro traje, más blanca que la luna, de ojos celestes más fríos que la muerte.
Aquí se crispa su garra señalando la fatídica sentencia: el abismo que se abre en el fondo del océano, el delgado puente que lo cruza: la espada ofreciendo su filo a tus pies descalzos.
Aquí nuevamente, como entonces, como siempre, me despierta el dolor de tus pasos sangrantes: ¿danzemos sobre el filo de la espada?


10
A la medianoche de una noche sin luna en una calle sin faroles un árbol sin nombre florece.
Sus flores blancas iluminan mis pasos aunque de ti me alejo.
Nosotros que perdimos lo imperdible no hemos perdido nada.
Cuando me alejo de la luz de tu sonrisa, de la luna de tus ojos, del brillo de tu rostro, tú en mí te enciendes con un sol secreto que colma de sonriente negro mi tiniebla.
Cuando la luz es áurea, la sombra brilla.
De madrugada sobre una calle obscura, dos estrellas tienden un puente de luz sobre el abismo inconmesurable del tiempo.
En el oscuro diálogo de nuestras manos entrelazadas nuestros dedos se hacen sabios.


11
Cómo decirte esas cosas tan simples si son tan complejas: para qué decirlas quizás entonces.
Cómo decirle a las olas hola y que esa emoción perdure un tanto más que la onda en volver a unirse a la marea.
Cómo exorcizar tantos miedos sin escanciar el miedo en nuestras copas, sin que el miedo pudra nuestros platos.
Y sin embargo estos miedos, estos dolidos minerales, quieren florecer en los jardines y reír con arrogancia desde las fuentes.
No es sólo mi deseo quien dicta este confuso argumento: hay en nuestros corazones ciertas aves que nunca conocieron el miedo, ciertas selvas, ciertos animales que nunca han de conocerlo.
Y el valor es el aire y el agua del que se alimentan, es el fuego violento en el que gozosos se incendian.
No temas, corazón, no temas.


12
¿De dónde me surgiste? De la tierra.
Porque antes, estando, no te veía y ahora, aunque no estés, relumbras en mis pupilas: así lo confiesan los espejos.
En uno, estoy yo junto al fuego; en el siguiente, estamos nosotros: tú, yo y este fuego.
La imagen en la fuente revela la confluencia de ríos y caminos ya prevista en los senderos y cauces del firmamento.
La imagen fugaz en la fuente refleja un fuego eterno.
Y yo te pregunto, frente al reflejo, aún sabiendo que siempre estuviste: ¿de dónde me surgiste?
Y tú respondes alzado un crátera de vino: ¿bebamos?


13
Tú eres el sol, yo soy la luna.
Yo: la estrella del ocaso, tú: el astro de la aurora.
Yo soy el lobo que vela tu sueño en los obscuros bosques: tú eres el árbol que protege mi sueño con su sombra.
Somos el hermoso monstruo de los jardines primigenios: una espada de fuego clavada en el corazón de la tierra para despertarla.
Y nuestro abrazo es el eclipse brillante que atormenta a la cáscara del mundo.
Los espejos y los ángeles contemplan fascinados la perfecta conjunción de los metales que el martillo de los tiempos pretendió mantener separados. Pues en una sóla de nuestras miradas el cielo y el infierno vuelven a unirse y se desposan.
Se desata la lluvia bajo el rumor de nuestra cabalgata: hace cuántos siglos que el poema no veía dos jinetes montados sobre el corcel que los sabios llamaban su mercurio.
Mientras, los ejércitos del verano ascienden invictos hacia la cumbre de su sacrificio.









FIN DEL LIBRO DE OBRAS